El término “cosmética natural” no significa prácticamente nada. Solo quiere decir que el cosmético contiene algún ingrediente natural. Pero esta definición es tan general que comporta que absolutamente todos los cosméticos comercializados sean naturales, ya que todos ellos contienen en menor o mayor porcentaje alguna materia prima natural, como puede ser el agua, que es el ingrediente cosmético más utilizado (y barato).
Esta misma falta de concreción favorece el uso del término natural como un simple reclamo publicitario. Son muchas las empresas de cosmética convencional que reivindican una pretendida naturalidad y decoran sus envases con colores verdes y motivos florales…
… “dime de que presumes y te diré de que careces”.
En sentido estricto, que es el que deberíamos tener siempre, cosmética natural se refiere a una cosmética respetuosa con el medio ambiente y con una composición donde predominan los ingredientes naturales y ecológicos. En contraposición, la cosmética convencional no tiene tantos reparos en cuestiones de respeto ambiental ni limitaciones en los ingredientes que utiliza.
Hasta aquí todos estaríamos más o menos de acuerdo. Pero como consumidores nos es muy difícil saber si una empresa es o no respetuosa con el entorno; aún más difícil es descubrir si la composición de un cosmético es en su mayor parte natural, ya que el nombre de los ingredientes que se declaran obligatoriamente en las etiquetas sigue una compleja nomenclatura (INCI) que solo entienden los expertos en la materia.
Por lo tanto, para dar las garantías necesarias han surgido empresas independientes que verifican y certifican todos estos aspectos. De estas empresas las más conocidas son la francesa ECOCERT y la alemana BDIH. Aquí de nuevo la picaresca reclama su porción del pastel, de manera que algunas marcas utilizan sellos inventados y sin ningún valor para dar la falsa apariencia de que hacen cosmética natural “certificada”.
Las empresas certificadoras inspeccionan los métodos productivos para verificar que son respetuosos, es decir, minimizan los residuos, tratan de forma adecuada los residuos generados y utilizan detergentes y desinfectantes biodegradables. Revisan los envases para garantizar que sean reciclables. En especial, verifican que la gran mayoría o todos los ingredientes utilizados sean naturales, estableciendo un mínimo en su contenido ecológico. Evidentemente, siempre prohíben el uso de siliconas, de derivados del petróleo y de la mayoría de conservantes sintéticos como son los parabenos.
En resumen, para diferenciar un cosmético convencional de uno de realmente natural no es suficiente con ver el dibujo de una planta en el envase o leer el nombre “natural” bien remarcado. Hace falta una garantía, y esto lo proporcionan empresas certificadoras como ECOCERT. Comprando cosmética natural certificada el consumidor tendrá la seguridad que está adquiriendo un producto natural y de manera indirecta promoverá la agricultura ecológica.
¿Qué es un ingrediente natural? Es aquel que proviene directamente de la naturaleza, como los aceites vegetales, o que se obtiene combinando otros ingredientes naturales.
¿Qué es un ingrediente ecológico? Es aquel que además de ser natural se obtiene de cultivos ecológicos, es decir, que evitan los transgénicos, han crecido sin pesticidas ni fertilizantes químicos, y están certificados como tales.