Te empiezan a llegar consejos por todas partes. Seguro que alguno bueno te cae. Pero si dudas, consúltalo con fuentes fiables antes
Estás embarazada. La vida es hermosa y un pequeño ser crece en tu interior. Te sientes muy afortunada (y lo eres) de poder dar vida a una personita que pronto te quitará un montón de horas de sueño. Estás en una nube.
La gente que te quiere se preocupa por ti. Te pregunta cómo estás, cómo va el embarazo, cuanto peso has cogido. Quieren saber el sexo de tu bebé, quieren saber como se llamará.
Es increíble que todos lo quieran incluso antes de que haya nacido y a ti, a ti te gusta que te mimen, te cuiden y se preocupen por ti. Pues aprovéchate.
En cuanto nazca tu bebé ya no le vas a importar a nadie (así a rasgos generales, ¡tampoco me malinterpretes!). Quizás alguien te pregunte qué tal ha ido tu parto y cómo te encuentras, pero lo harán mirando al bebé.
Entonces, escasas horas después de haber parido, sobre todo si eres primeriza, te empiezan a llegar consejos por todas partes.
Qué tienes que hacer y cómo tienes que hacerlo. Porque claro, tú no tienes ni idea. ¿O acaso pensabas que ibas a ser capaz de criar un hijo tú sola?¿Instinto? ¿Qué demonios es eso? A sola no me refiero sin pareja, pero sí a temas de lactancia, por ejemplo.
Resulta que todo lo que se hacía, como mínimo hace 30 años (supongamos que rondamos esta edad todas), es lo que funciona. Y nuestras madres, a pesar de que lo dicen así tan campantes “a mí me fue muy mal la lactancia y te di biberón”, te vienen y te dicen “le ahogas con la teta”, “tienes que ponerlo así o asá”, “uy, no tienes leche”, “por qué no le das un suplemento?”.
Innombrables fuentes de información
Gracias a que a día de hoy hay información a patadas y tenemos acceso a una cantidad innombrable de fuentes de información, la futura mamá que quiera tenerlo controlado, puede hacerlo.
Tendrás miedo después de parir, pero si has leído, si has acudido a grupos de apoyo de lactancia, o similares. Tranquila, serás totalmente capaz de ello.
Así, cuando alguien venga y te diga, “ponle las manoplas al niño que va a coger frío”, haciéndote sentir una mala madre, tú le puedas responder que “en el útero no llevaba manoplas y ahora mismo uno de sus sentidos más desarrollados es el tacto. Si le pongo manoplas no le va a ayudar nada”.
Y como esta, una tras otra, chata. Prepárate para ponerles cara de póker a las visitas y sus consejos regalados, y haz un filtro.
Seguro que algún consejo bueno te cae, no todo va a ser malo. Pero si dudas, consúltalo con fuentes fiables antes.
No te fíes del “pues yo lo hice así y mis hijos han salido bien”, porque no conoces en absoluto la profundidad de la mente de nadie, y tú, ahora mismo, tienes el gran poder de formar de cero a alguien para que sea la mejor persona posible.
“Lo estás acostumbrando a los brazos”
¡¡¡Te vas a hartar de escuchar esto!!! Y cuando les preguntes “¿a ti te gustaría que tu madre te dejase llorar?” evadirán el tema, se reirán, pero verás como nadie te responde con sinceridad.
Pues no, claro que no. A nadie nos gustaría que nuestra madre nos girase la cara y nos dejase llorar si lo que queremos es estar con ella después de haber pasado de un ambiente calentito y protegido como es el útero a un frío mundo desconocido lleno de peligros.¿Estamos locos?
Vas a ser una mamá estupenda. La mejor para tu bebé. Y más lo serás cuando filtres según qué consejos. Si el consejo que te dan te crea dudas o te hace sentir mal, es que algo no está bien. Si por el contrario estás cómoda con él y te gusta la idea, ¡adelante! Repito. Vas a ser la mejor madre para tu bebé, así que demuéstraselo a él y a nadie más.