El término holístico -tan popular en los últimos tiempos- hace referencia a un enfoque según el cual la realidad es analizada desde las múltiples interacciones entre las partes que la componen. Según esta visión, los seres humanos contamos con una dimensión física, una dimensión emocional, una dimensión mental y una dimensión espiritual que, a su vez, están conectadas con el entorno en el que nos encontramos.
Durante mucho tiempo hemos podido ver como el abordaje de nuestra salud se desviaba hacia visiones más reduccionistas donde cuerpo, mente, emociones y espíritu se entendían y se atendían como entes que funcionaban por separado. Sin embargo, cada vez son más las referencias que ensalzan la importancia de los enfoques integrativos a la hora de entender y atender nuestro bienestar.
Actualmente sabemos que lo que ocurre en nuestro cuerpo físico afecta directamente a nuestra dimensión emocional y mental.Por ejemplo, las aportaciones que nos llegan desde la psiconeuroinmunología comparten, entre otras muchas cosas, la importancia de la alimentación y del cuidado de nuestra flora intestinal para poder disfrutar de una buena salud emocional. – ¿Te suena eso de que el intestino es nuestro segundo cerebro? –
Por otro lado, destacan también las claves que nos llegan desde la psicología psicosomática las cuales indican cómo podemos manifestar a través de problemas de salud en el cuerpo físico algunos aspectos emocionales que no hemos sabido gestionar de otra manera.
– ¿Has sentido alguna vez contracturas en tu cuerpo en épocas de mucho estrés? Esto es un claro ejemplo de somatización emocional. –
Además, lo mismo ocurre a la inversa. Por ejemplo, cuando estamos tristes y recurrimos a algún alimento dulce que amortigüe esa emoción, estamos viviendo un episodio de hambre emocional.Esto no es más que una manera de gestionar a través de lo físico (alimentación) un evento que está ocurriendo en nuestro mundo emocional.
Lo que quiero transmitiros con todo esto no es más que la importancia de transformar nuestra manera de entender de la salud y el bienestar incorporando una mirada holísticaque nos permita entender que, lo que ocurre en una dimensión de nuestro ser, está teniendo implicaciones en las demás y que es fundamental que lo entendamos y lo atendamos desde esa globalidad.
En esta línea, quiero acercarte un poquito de mi trabajo como psicóloga integrativa a través de algunas claves prácticasque espero te ayuden a ampliar la mirada y contribuyan a alimentar esa visión holística del autocuidado.
9 recetas cotidianas para un autocuidado holístico
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Cuida tu alimentación.
Lo que introduces en el cuerpo a través de la alimentación es el combustible que le estás dando a “tu vehículo” para funcionar. La calidad de este combustible repercutirá directamente en la calidad del movimiento, la energía disponible y las “reparaciones” que toque hacer.
Llena tus platos de colores con frutas y vegetales frescos, aumenta el consumo de alimentos probióticos, depurativos y antioxidantes y evita procesados y tóxicos.
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Mueve tu cuerpo.
Es importante que elijas qué tipo de movimiento se adapta más a ti. Permítete probar, cuestionar y elegir aquellas formas de movimiento que de verdad sientas que te expanden más allá de lo físico.
Camina, baila, escala, nada, practica tai chi o sal con la bicicleta. Haz lo que quieras, pero no te olvidesde disfrutar mientras lo haces.
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Descansa bien y respira con consciencia.
Mantener un buen patrón de sueño y dedicar unos momentos al día para respirar profundo nos ayuda a controlar el estrés, oxigenar nuestras células y a mantener nuestro equilibrio interno.
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Cuida tu mundo emocional y mental.
Entender y atender nuestro mundo mental y emocional es clave para gozar de una buena salud. El primer paso para poder realizar una buena gestión emocional es validar y tratar de entender los mensajes que nos traen nuestras emociones. Ver qué sentimos y cuál es su significado nos ayudará a transformarlo.
Recuerda: cultivar salud a este nivel es cultivar calidad de vida.
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Invierte en ti y en tu desarrollo personal.
Cuando tú te transformas, tu vida se transforma contigo. En este sentido, no puedo dejar de recomendarte que inviertas en ti y en tu crecimiento.
Leer, ir a terapia, invertir en formación y crecimiento, disfrutar de un viaje o regalarte una sesión de autocuidado físico son maravillosas formas de alimentar esta esfera de tu vida.
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Aprende a poner límites y apuesta por la asertividad.
Cuida de tu energía, sé guardián/a de tu espacio, de tu tiempo, de tu vida. Recuerda que tienes derecho a decir no y a renunciar a relaciones/experiencias/cosas por salvaguardar tu energía.
La asertividad es una habilidad social y comunicativa que apuesta por una forma respetuosa de expresar nuestros sentimientos y opiniones. Aprender sobre esto e integrar la asertividad en nuestro día a día es clave para cuidar de nosotrxs y de nuestras relaciones.
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Busca momentos para la presencia y el autocuidado consciente
Pasar tiempo con nosotrxs mismxs es fuente de salud y regeneración. Nos ayuda a ordenar, a depurar y a recargar energía. Dedicar momentos para el autocuidado consciente y la presencia son elementos fundamentales para gozar de una buena calidad de vida.
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Rodéate de personas que te nutran.
La red social tiene un impacto crucial en nuestro bienestar. Las personas y el ambiente presente en nuestro entorno pueden influir enormemente en nuestro día a día, por lo que te animo a preguntarte si las personas y los espacios que te rodean están sumando o restando en tu vida.
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Pide ayuda si la necesitas.
Abrazar nuestra vulnerabilidad y pedir ayuda cuando la necesitamos es una de las fortalezas más potentes que conozco. Acudir a terapia (de cualquier tipo) es una maravillosa manera de regalarnos una buena dosis de autocuidado.
¿Qué te han parecido estos tips?
¿Prácticas ya una visión holística del autocuidado?