Todavía no sé muy bien que es esto del yoga, ni por qué está tan de moda. Imagino que el mundo en el que vivimos, lleno de ansia viva por ir más rápido, para tener más o mejor de lo que ya tenemos, nos lleva a la necesidad vital de parar. Nuestro cuerpo nos pide a gritos que frenemos cuando nos sentimos angustiados, apagados o agotados, especialmente a nivel mental.
Yo personalmente llevaba meses con la idea de empezar a hacer yoga, claro que para ello, he necesitado el confinamiento que todos conocemos. Para poder parar, parar de verdad. He parado de ir de compras, de ir al cine, de ir al teatro, a conciertos, de viaje, de excursiones, de restaurantes, de actividades culturales, bla bla bla. Al final te das cuenta que andábamos todos un poco hiperventilados.
Pues a lo que iba, que hacía tiempo que tenía ganas de conocer eso del yoga, y en mis ratos libres iba buscando información desde el movil, en instagram, en google, … Imagino que ya Sr. Google y toda la troupe de vigilantes de internet detectaron mi interés en el yoga y ya me lo mostraban en todos los soportes digitales. Así que sin mucho esfuerzo iba encontrando algo, pero nada que hiciera click en mi cabeza. Pues bien, quedándome en casa según dictaba el famoso confinamiento del virus covid-19, descubrí (o Youtube me mostró) a una yogui que consiguió convencerme y hacerme recuperar mi esterilla y mis cubos (que con mucha intención pero poca acción había comprado hacía unos meses).
Mi sherpa del yoga:
Así pues, en ello estoy, intentando sumergirme en este océano del yoga, que además de hacerme memorizar palabras rarísimas me obliga a respirar profunda y ruidosamente (lo cual es bastante liberador). En fin, namaste es la primera que he aprendido, y es algo así como un saludo de buenos deseos.
Este es todo mi material por el momento: 2 esterillas y 2 cubos (Decathlon), cojines y mantas para la mejor parte (la parte de relajación) e incienso. En realidad no necesitas nada de esto, pero te hace las clases más cómodas y agradables.