En la última década, la industria de la moda ha vivido una transformación vertiginosa con la llegada de plataformas como Shein, Temu o AliExpress, que han llevado el modelo de la fast fashion al extremo. Esta nueva corriente, conocida como ultra fast fashion, lanza miles de productos nuevos cada día a precios bajísimos, promoviendo un consumo compulsivo y descartable.
Fast Fashion: ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Detrás de los precios tan atractivos de la ultra fast fashion y moda efímera se esconden graves problemas: condiciones laborales precarias, emisiones masivas de CO₂, toneladas de residuos textiles y una huella ambiental insostenible. Mientras estas plataformas baten récords de ventas, el planeta —y las personas— pagan un precio demasiado alto.
Ante esta situación, Francia se ha convertido en el primer país europeo en dar un paso firme para frenar esta tendencia con una legislación pionera.
¿En qué consiste la ley francesa?
Según el reconocido periódico francés “Le Monde” (ver artículo original aquí), la nueva legislación, aprobada por el Senado francés en junio de 2025, busca desincentivar el consumo de ultra fast fashion a través de una serie de medidas concretas:
- Prohibición de publicidad para productos de marcas como Shein o Temu a partir de 2025.
- Tasa ambiental de 5 € por prenda, que podría subir hasta 10 € en 2030.
- Obligación de informar sobre el impacto ecológico de cada prenda.
- Multas de hasta 100 000 € para campañas de marketing que oculten el verdadero coste ambiental o social de sus productos.
¿Por qué es necesaria esta ley?
- Porque estas plataformas generan un volumen de residuos textiles sin precedentes.
- Porque contribuyen a una cultura del usar y tirar incompatible con los objetivos climáticos globales.
- Porque fomentan prácticas laborales que vulneran derechos humanos básicos.
- Porque el precio que no pagamos en caja, lo paga el planeta.
¿Qué beneficios traerá?
- Reducción del impacto ambiental de la industria textil.
- Fomento del consumo consciente y sostenible.
- Mayor transparencia: el consumidor sabrá qué hay detrás de cada prenda.
- Impulso a marcas locales y éticas, que compiten con desventaja ante gigantes del low cost.
¿Qué supone esto para la moda sostenible?
La ley francesa legitima el trabajo de todas aquellas marcas, plataformas y proyectos que llevamos años apostando por una moda ética, de proximidad, y con propósito. Es un reconocimiento a la coherencia, al compromiso y a los valores.
Para plataformas como Essencialis que agrupan marcas sostenibles, artesanales, ecológicas o locales, este tipo de avances suponen una oportunidad: demostrar que otra forma de consumir es posible, necesaria y deseable.
Un ejemplo a seguir
Francia ha abierto la puerta. Ahora toca que otros países recojan el testigo y legislen también en favor de la economía circular y el bienestar colectivo. Esta ley es un ejemplo de cómo el marco legal puede proteger el medioambiente, al consumidor y al comercio responsable.
La moda ultra rápida nos ha hecho creer que todo es efímero: tendencias, prendas, incluso el planeta. Pero esta ley demuestra que los cambios estructurales son posibles, que los gobiernos pueden y deben intervenir, y que el futuro de la moda pasa por ser más consciente, local y sostenible.
Francia ha dado el primer paso. Ahora es nuestro turno: ¿seguimos alimentando la rueda del consumo masivo o apostamos por la moda con valores?