Ayer tarde estaba muy cansada, aún así, me vi haciendo algo que (puesto en perspectiva) no era ni urgente ni necesario… Y entonces me pregunté ¿Por qué lo haces?
Deberíamos preguntarnos más a menudo por qué hacemos las cosas, para reconectar con lo que nos hace felices y buscar sinergia en los esfuerzos. Este bucle de preguntas y respuestas podría responder a por qué hacemos las cosas que hacemos.
Pero no siempre es la motivación, algo que sale de dentro, la que responde a lo que hacemos. Existen otros motivos que nos empujan a hacer las cosas, como la inercia o la necesidad. Os hablamos sobre ello en este post.
¿Por qué hacemos las cosas?
Vivimos en un mundo de prisas, para levantarse de la cama, para ducharse, para vestirse, para llevar lxs niñxs al cole, para ir a trabajar, para hacer la compra, para cocinar, para comer, … bff. Sólo de escribirlo parece agotador. Lamentablemente nuestra sociedad actual está confeccionada así. Y de ello se deriva el estrés, conocido como un estado de agotamiento mental cada vez más presente en todo el mundo. Lo más importante es diferenciar entre lo vital y lo superficial, y ello nos lleva a la incercia.
Hay muchos motivos por los que hacemos las cosas, pero podriamos resumirlas en necesidad, inercia o motivación. Lo más importante es identificar ese por qué, y ajustar nuestras acciones si éstas no nos conducen a un estado de calma y felicidad.
Entonces ¿Necesidad?, ¿Inercia? o ¿Motivación?. Veamos cada una de ellas.
Necesidad
¿Por qué hacemos las cosas? La respuesta parece muy sencilla, ¿Verdad? ¡Pues por necesidad! Y sí, muchas veces es por pura necesidad del momento, y para algunas personas es muy difícil cambiar su situación. Pero para otras, en ocasiones es solamente un enfoque erróneo de perspectiva.
Hay muchas personas que se sienten estresadas pero no saben por qué motivo concreto. La primera pregunta que hay que hacer es ¿Qué es lo que deseas que no tienes? ¿Es realmente necesario para ti eso que deseas? También puede ser un orden desequilibrado de prioridades, aunque este segundo es mucho más personal y profundo, así que nos centraremos sólo en el enfoque de la perspectiva.
la percepción es real,
incluso cuando no es realidad
(Edward de Bono)
Para explicar los diferentes enfoques de perspectiva de la necesidad, voy a recurrir a la mercadotecnia. En marketing, hay dos tipos de necesidades:
Objetivas: Son aquellas que son comunes a toda persona y engloban al consumo de productos de alimentación básica, higiene o suministro energético cotidiano.
Subjetivas: Más influenciadas por los gustos personales, las modas y tendencias. En este campo encontraríamos bienes como ropa, artículos de lujo, cosméticos,…
Es un ejemplo muy conceptual para ver que deberíamos distinguir entre lo que cubre nuestras necesidades vitales básicas y todo lo que se va adquiriendo de más. Ahí es donde hay que encontrar el punto óptimo, no traspasar el punto de inflexión.
Inercia
Si lo piensas más profundamente, se pueden poner en perspectiva incluso las grandes cosas de la vida, como trabajo, lugar de residencia, cosas materiales, etc. La primera pregunta que deberíamos hacernos es: ¿Tengo todas las necesidades cubiertas? Si la respuesta es sí, es a partir de ahí donde nace el estrés autogenerado, normalmente por la inercia del costumbrismo y convencionalismo social, de “más es mejor” o el simple hecho de “encajar”. ¿Encajar dónde? ¿Para qué?¿Quieres ganar más? ¿Quieres una casa más grande? ¿Quieres un coche mejor?¿Para qué quieres todo eso? ¿Realmente lo necesitas? En muchos casos, el punto exponencial entre ser feliz y conseguir todas esas cosas, queda tumbado en la balanza hacia el lado negativo. Entonces, ¿Estás dispuesto a tener menos tiempo? ¿A no ser tu mismx? ¿A tener que estar en vilo?
el momento oportuno llega
cuando el deseo de cambiar
es más fuerte que la inercia de seguir
La inercia es anestesiante, por lo que muchas personas prefieren estar colocadas de inercia para no pararse a pensar si lo que están haciendo en sus vidas les hace felices. Porque saben que cambiar algo es tedioso, y prefieren la comodidad del “esto es lo que hay”, sin tomar riesgos y viendo los días pasar entre tilas, valerianas y quejas.
Hay una canción del grupo Manel que la define muy bien (traducción aquí):
Motivación
Aquí viene el mejor de los motivos por el cuál hacemos las cosas, el motivo que muchas veces no podemos explicar, eso que sale de dentro y que no sabes de donde vino ni por qué está en ti, pero que te empuja a hacer muchas de las cosas que haces.
Compartimos una reflexión de Francisco Sáez de FacileThings donde habla de por qué hacemos lo que hacemos visto desde la motivación. Es un artículo muy interesante en el que podemos leer “El dinero puede funcionar al principio, pero una vez que cubre las necesidades que cada uno considera importantes, deja de ser una fuente de motivación. A partir de ahí, la que funciona es la motivación intrínseca, la que nace del propio individuo.” ¿Recordáis el anuncio de Vall Damm?
Spot Vall Damm “Doble o nada” (2012):
Todo en la vida es dinámico y fluctúa según las situaciones del momento, el algoritmo de la suerte pone las cartas y luego hay que jugarlas con nuestra perspectiva. Y hasta aquí el post de hoy, una reflexión personal sobre por qué hacemos lo que hacemos.
Os invitamos a seguir descubriendo nuestra web con este otro post sobre cómo empezar a practicar yoga. ¿Te animas? ¡Son todo beneficios!